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Monasterio Ongi, a puertas del desierto del Gobi

En nuestra travesía a través de Mongolia avanzamos hacia nuestra próxima etapa, que nos conducirá al desierto del Gobi. Una parada ineludible en este recorrido es el Monasterio de Ongi, que conecta la antigua capital de Kharkhorin con el desierto del Gobi. Este complejo budista que data del siglo XVII, sufrió la destrucción a manos de los comunistas en 1937. A pesar de su estado ruinoso, el monasterio conserva una belleza y una historia fascinantes. El paisaje ha experimentado una transformación drástica, volviéndose cada vez más árido ya que nos encontramos al borde del inhóspito desierto del Gobi.

Ruta hacia el desierto de Gobi

Como todos los días, nos despertamos justo al amanecer. Desde el primer día en el lago Khovsgol, no nos ha llovido y hemos podido disfrutar de unos días radiantes. Hoy en Kharkhorin ha amanecido con claros y nubes oscuras, aunque hacia el este podemos ver cómo se ilumina el día.

En el día de hoy nos enfrentamos a una larga jornada a través de sinuosos caminos de tierra. Sin embargo, hemos percibido que la orografía no es tan escarpada como la que encontramos en las tierras del norte. Serán 300 kilómetros, en su gran mayoría por pistas de tierra.

Pocos minutos después de comenzar nuestra ruta, la lluvia hace su aparición. El rudimentario limpiaparabrisas de la furgoneta UAZ lucha por deshacerse del agua que cubre el parabrisas. En momentos, los conductores muestran indecisión ya que la lluvia ha vuelto complicado el tránsito en algunas pistas. Además, debemos cruzar un río. Los conductores se acercan a un par de nómadas que encontramos en nuestro camino en busca de consejos sobre la mejor ruta para llegar a la carretera principal, que nos llevará al desierto del Gobi.

Los consejos de los nómadas resultaron de gran ayuda para reconducir nuestra travesía a través de las húmedas pistas de tierra. Después de unos pocos kilómetros de carretera asfaltada, volvimos a las pistas de tierra. El cambio de paisaje fue drástico. Inmensas llanuras que se extendían más allá de lo que alcanzaba nuestra vista. Esto era la Mongolia que habíamos imaginado: vastas estepas. El paisaje es más monótono que días anteriores.
En las fotografías se puede apreciar que la tierra no era tan fértil como en rutas anteriores; se notaba la sequedad y la falta de abundante vegetación.

Mar no puede alcanzar el inmenso horizonte

Un nuevo contratiempo con la furgoneta DesgUAZe nos obliga a realizar una parada técnica en un pequeño pueblo, que no logramos ubicar en el mapa. Nos llamó la atención el hecho de que las señales de tráfico fueran simples tapas de antiguos depósitos pintadas para la ocasión

Restos del Monasterio Ongi

Ya bien entrada la tarde llegamos a nuestro campamento que se encuentra a orillas del río Ongiin, a pocos metros del monasterio del mismo nombre. Tras dejar nuestras pertenencias en nuestro ger, nos preparamos para explorar un poco el río Ongiin y, si es posible, darnos un baño refrescante, ya que se siente el calor en las puertas del desierto del Gobi.

El río fluía con un caudal considerable, y las lluvias de la mañana habían dejado el agua turbia, con un tono marrón oscuro. Tampoco resultaba agradable caminar sobre la tierra fangosa de la orilla, por lo que decidimos cancelar la idea de bañarnos. Cambiamos de planes, nos vestimos de nuevo y nos dirigimos hacia el monasterio Ongi rápidamente.

En las orillas del río Ongii, se encuentran los restos de dos antiguos monasterios. En la parte norte del río, hallamos el monasterio Bari Lam Khiid, que data del año 1810. Al otro lado del río, se sitúan los restos del monasterio Khutagt Lam Khiid. Debido al caudal fuerte del río Ongii, no pudimos visitar este último monasterio.

Este conjunto de monasterios es conocido como Ongiin Khiid y figuran como uno de los más importantes en la región del Gobi. Estos dos monasterios estaban unidos por un puente que cruzaba el río Ongiin. Khutagt estaba compuesto por 9 templos principales, además de templos menores y estupas. Por su parte, Bari Lam constaba de 17 templos principales y otras edificaciones que albergaban 4 escuelas monásticas donde residían 1000 monjes.

En 1937, con la purga comunista, 200 monjes que habitaban estos templos fueron asesinados. Todos los edificios y templos quedaron en ruinas. Con el colapso del régimen comunista en 1990, varios monjes regresaron a Ongiin y pocos años después, los descendientes de los monjes fundaron el Fondo del Monasterio de Ongi. Con la ayuda y contribuciones de particulares, erigieron una estupa en memoria de los monjes que fueron víctimas de la represión comunista. En 2004, restauraron el templo Zuun Gudengiin Dugan a partir de sus ruinas.

La puerta de acceso al monasterio Bari Lam Khiid fue reconstruida gracias a las primeras subvenciones, pero lamentablemente no se dispone de fondos adicionales para proseguir con las restauraciones.

Una amable señora aparece de una casa de madera ubicada en la entrada del antiguo monasterio. Adquirimos nuestras entradas y nos guía hasta un pequeño museo. Descubriremos objetos que han sobrevivido a la purga comunista tales como esculturas de figuras religiosas, budas o deidades feroces, retratos, libros escritos por Bari Lama Damtsagdorj, vestimentas de los monjes, decoraciones de los edificios que fueron destruidos, fotografías y muchas otras piezas históricas.

Diferentes objetos del museo

El templo restaurado y con la estupa al fondo

Alrededor encontraremos restos de adobe de antiguos edificios del monasterio y algunos restos de ladrillos de diferentes construcciones.

Desde la cima del monasterio obtenemos una vista panorámica que abarca la totalidad del entorno del antiguo recinto sagrado, con el río Ongiin serpenteando majestuosamente a su paso. Sin embargo, lo que más llama la atención es el paisaje distante, notablemente más árido en comparación con las exuberantes vistas que habíamos disfrutado en los días anteriores.

Curioseando en Google Maps los mapas de satélite, podemos diferenciar los restos de las edificaciones del monasterio Khutagt Lam Khiid

Bajo la luz dorada del atardecer nos despedimos del monasterio, con la premonición de que el cielo nos brindará una sinfonía de colores.

Regresamos a nuestro campamento que se sitúa a pies del monasterio.

Desde la terraza del restaurante en el campamento nos deleitamos con la vista de un atardecer espléndido, disfrutando de una refrescante cerveza mientras aguardábamos ansiosos la llegada de nuestra cena.

En cuestión de minutos, agotamos una cantidad impresionante de megabytes de las tarjetas de nuestras cámaras y smartphones.

Después de una deliciosa cena, es el momento perfecto para relajarse e ir a dormir, ya que nos espera un emocionante viaje hacia las impresionantes dunas del desierto del Gobi.

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